Buenas noches.
Un lector entusiasta me ha pedido que aclare un detalle mencionado en el amoróscopo de la semana pasada. Dice ser un fiel creyente del horóscopo, aunque admite que todavía no ha salido del clóset: lo lee a diario pero a escondidas. Por esta razón, en lugar de escribirme en la sección de comentarios de Legión Miope, un foro público, prefirió hacerlo al correo electrónico de El Miope Mayor. Error: con virgonianos como ése, seres bajunos y rastreros pero maniáticamente ordenados, una misiva como la del descarriado lector le hace vomitar palabras soeces. Para que no se repita el despropósito y yo no tenga que sufrir quejas, acabo de abrir un buzón exclusivo. Para comentarios o peticiones especiales, de ahora en adelante escríbanme a
fonterfonter@gmail.com.Por respeto a la confidencialidad que supone una consulta astrológica no revelaré la identidad del autor de la carta, pero para el beneficio de éste (y de miles de lectores de horóscopo) contestaré su inquietud en éste, mi tercer fontóscopo.
Al grano: el referido lector protesta porque en la invocación astrológica del horóscopo foral nos referimos a Walt-er como mero asesor de los astros. No oculta su tono de reproche cuando escribe: “¿Por qué la palabra de Rukmini es sabia y la de Walter menos sabia? ¿Qué tiene Ruk que no tenga Walt?” Entiendo su coraje, pero no es hacia mí que debe dirigirlo sino hacia el astrólogo. Indudablemente, Walt-er fue hasta hace poco el Astrólogo de América. Quien lo cuestione, blasfemo es. De hecho, aun hoy, cuando empezamos a ver los síntomas de su decadencia, ¿quién no se embelesa con su cutis?, ¿quién no admira sus exquisitos manerismos?, ¿quién no envidia su extensa colección de capas multicolores?, ¿quién puede olvidar en su voz de locutor la frase pero sobre todo mucho, mucho amooor? El Hierofante de la Astrología es único, un acabado Liberace del Zodiaco. Pero para desgracia de la ciencia astrológica, Walt-er, con más de 70 años encima, ha abandonado su celibato para entrar en carnal negocio con una brasileña,
Mariette del Totto. Su apellido, queridos lectores, no sólo es real sino vulgarmente púbico. La del Totto, que deberíamos llamar la del Maligno Joyo, ha sido tan cínica de describir a la prensa sus relaciones sexuales con el Faraón del Zodiaco como “únicas, increíbles y cósmicas”. ¡Mala maña eres, Maligno Ser, mala maña eres! No lo digo yo solamente, sino todos los conspiradores del horóscopo foral: desde que comenzara a practicar el sexo, Walt-er ha perdido el brillo de sus lentejuelas. Toque, si le queda alguno, es por las capas; en cuanto a la palabra astrológica poca sustancia tiene. Con el tiempo sus predicciones diarias se han vuelto más escuetas, casi telegráficas, probablemente recicladas de meses y años anteriores. Da pena decirlo pero es cierto. En muchas ocasiones, en lugar de las estrellas, al otro lado del telescopio de Walt-er sólo vemos un insondable hoyo negro. El de Mariette.Hay una explicación astrológica a lo que ocurre con Walt-er. Es un aspecto planetario de 150º de naturaleza variable denominado quincuncio. Cuando se activa el quincuncio vienen cambios radicales en la vida de la persona. Estar en quincuncio es como estar en medio de un torbellino en que todo se aniebla y perdemos la perspectiva de las cosas. El mundo se vira patas arriba y las convenciones se nos van al piso. ¿Quién diría que el pisciano Walt-er, un ser de agua, se arrastraría por el lodo con la del Totto? Lo que no explica la razón, lo explican los astros: en quincuncio está. Si el quincuncio puede lograr que la estrella más brillante del firmamento astrológico deje de brillar, imagine lo que podría hacer con nosotros, los simples mortales.
Para mayor ilustración de sus efectos proceda a leer
Del quincuncio foral o cuando los astros dejan de brillar
No siempre el horóscopo foral estuvo integrado por seis conspiradores. Hubo un tiempo en que éramos siete: los seis actuales y nuestra ex jefa, una geminiana, fiel como pocas al horóscopo de Ruk y Walt-er. Bajo su patrocinio se formalizó la Curia Chocolatera (un prototipo de lo que es ahora el Clan de los Conspiradores) cuyo quehacer, en esencia, era leer los horóscopos diarios y consumir chocolates. Las lecturas se hacían en su oficina donde siempre se aseguraba de suplirnos besitos de Hershey’s. No importaba la carga de trabajo ni las fechas límites impuestas, siempre acomodaba el horario para lo que entonces llamábamos la Consulta de los Astros. Por participar activamente de estas consultas, Sintini (que así se llama nuestra ex) no imponía límites temporales a la lectura. Fue un tiempo de abundancia, de cornucopia astral, de explorar talentos ocultos como el de Aguzette con su picante lectura de barajas. No dudamos que la compañera habría desarrollado su talento hasta convertirse en una tarotista de fama nacional, si no fuera porque cayó sobre nosotros la terrible sombra del quincuncio.
Ya antes habíamos experimentado otros quincuncios, pero habían sido pequeños y casi siempre de alcance individual. Cosas sencillas como que Valentiña tomara linaza y no llegara a tiempo al baño, o que Babia fuera a almorzar con un viejo amigo que le diera con ponerse medio psycho, o que la misma Sintini, perdida en las instalaciones gubernamentales, tuviera que llamar por celular a Chancletana para que fuera a rescatarla del laberinto de su despiste. Cosas así, casi inconsecuentes. Lo que jamás anticipamos, tal vez porque hasta entonces vivíamos la época dorada de la Curia Chocolatera, sucedió: un quincuncio foral.
Ocurrió así: Sintini consiguió un mejor empleo y renunció. Con su partida la Curia Chocolatera, por falta de chocolates, cambió de identidad y se convirtió en el Clan de los Conspiradores a secas. Un mal augurio fue que antes de que nombraran a una sucesora, tuvimos una supervisora interina que declinó nuestra invitación de participar en el horóscopo foral porque –al igual que Roñi– la astrología estaba en contra de sus principios religiosos. Aun así, no se opuso a que siguiéramos practicándolo, lo cual seguimos haciendo puntualmente a las 3:15 p.m. Si alguna vez tuvimos la esperanza de que la sucesora de Sintini se integrara al Clan, muy poco duró. Bastó con que una vez le leyera las predicciones de su signo (de recia cornamenta) para que la pobre, de humor astringente, jamás volviera a salir de su oficina a la hora del horóscopo foral. Por otras razones, que no son religiosas y que nadie sabe, parece disgustarle la astrológica complicidad de los seis.
Aguzette, Amapola, Babia, Chancletana, Valentiña y yo supimos que, definitivamente, estábamos en un quincuncio foral de envergadura cuando hace un par de meses la nueva jefa nos conminó a reducir sustancialmente el tiempo de nuestra lectura. Nos recordó: quince minutos de break son quince minutos de break, ni un minuto adicional. Fue como ponernos un bozal. Desde entonces, con ingenio y dignidad, sobrellevamos este tiempo de austeridad y recesión astrológica. Sabemos que el horóscopo foral jamás será igual que antes, y que con la inflación de seriedad en la Oficina tal vez tenga los días contados. No importa. Mientras podamos, gozaremos cada lectura como si fuera la última. Hasta el día de su extinción definitiva, con o sin quincuncio, el solaz de las palabras de Ruk y Walt-er estará con nosotros.
Como bien mencionas, el aspecto de quincuncio es la distancia angular de 150 grados entre dos planetas. Lo que quizás no esté claro es que su aspecto variable se debe a que está integrado por dos semblantes de naturaleza distinta: la cuadratura (90 grados) y el sextil (60 grados), o bien por un trígono (120 grados) y un semisextil (30 grados), o por dos semicuadraturas (45 grados) y un sextil o dos semisextiles (30 grados).
Normalmente, la figura más clara y significativa del quincuncio es la formada por una cuadratura y un textil, como han dicho los expertos. Incluso se ha especulado que esta composición sea la que genere mayores capacidades para estimular la energía, la acción, la iniciativa y la fuerza creadora.
Habría que ver si el signo zodiacal de la Totto y el Walter pudieran regenerarse y vencer el aspecto restrictivo de la cuadratura en términos del textil, para que de una vez y por todas salga del quincuncio ese y el lector que te hizo la consulta-reclamo, pueda dormir más tranquilo. Asimismo, la cuadratura puede suponer la energía y la potencia obligatoria para poner en marcha el poder creativo del sextil. O sea, que no todo está perdido, ¿o sí?
Yo que sé. Me ha encantado esto del quincuncio como matiz alquímico. La posibilidad de transmutar de lo positivo a lo negativo en los distintos niveles de conciencia, y sobretodo la reseña-crónica astrológica. Todo fabu.
No puedo dejar de reírme de lo que dices en este post: la posibilidad de que Walter Mercado, un hombre que tira a Michael Jackson, se case. Y, el colmo es que la pobre mujer se apellida Totto…jajajaja; cuando contraiga matrimonio, de ahí en adelante, va a ser Totto de Mercado. Te agradezco la risa que me causaste.
Yolanda: extraordinaria explicación del quincuncio. ¿Darías una charla al Clan de los Conspiradores?
Otoh-botoh: no había pensado en el matiz financiero de la des-orbitada unión de Walt-er y aquélla. Totto del Mercado, imagínate, del mundo de los astros al lodo de la pornografía. Un horror.
Jamás ponderé el poder del Totto. A la verdad que es tan poderosa la influencia del Totto que hasta a Walt-er le dejaron de hablar los astros. ¿Será que a los astros no les gustan los placeres del Totto? No sé tengo que desvelarme pensando.
Seresacolores
Font-er, ¿habrá la posibilidad de solicitarle a Yolanda Arroyo que nos dé una conferencia planetaria al Clan de los Conspiradores?
Estamos en un eclipse quincuncial muy oscuro, llamado silencio tedioso en las tardes, añadiéndole el elemento de que usted lleva una semana fuera de nuestra cofradía, estamos sin rumbo astral, esperando por su regreso vacacional.
Babia
Babia: lamento el eclipse quincunciano y no estar con el Clan. Todavía hoy Yolanda no ha respondido a mi petición, pero no se puede perder la esperanza. Entretanto, lean el fontóscopo de mañana.
Seresacolores: olvídese del Totto y lea el fontóscopo de mañana.